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>Experiencia Vanessa Turcios

BECAS FUNDADO

Vanessa Turcios

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Me es muy grato iniciar este escrito, así puedo recordar todas las buenas experiencias que he tenido en los últimos años y que han cambiado mi vida. 

 

El motor de este cambio ha sido la Fundación Doménech, porque antes mi destino era llegar hasta noveno grado. Tenía 13 años cuando lo terminé en el año 2000, en el Centro Escolar profesor Reynaldo Padilla.

 

A pesar de que tuve todo el deseo de seguir estudiando, no pude hacerlo. Primeramente, acá, en la zona de la Costa del Sol aún no existía una institución que brindará educación media. Mi mamá tampoco podía costearme el transporte. Todo esto me desmoralizó. Llegué a pensar que me quedaría así.

 

De repente, entre el 2008 y 2009, arrancó el bachillerato en la comunidad. Y se escuchaban rumores que la Fundación Doménech becaba a aquellos bachilleres que obtenían buenos resultados al graduarse. 

 

Mi mamá y mi hermana comenzaron a animarme. Yo me sentía un poco frustrada, pero tomé sus consejos e inicié mi bachillerato en 2010. Estaba muy optimista, pues soy una persona que cuando decide hacer algo se esfuerza para que salga lo mejor posible. De modo que me mentalicé en que yo debía ser beneficiaria de las becas que otorga Fundación Doménech.

 

Para lograr mi cometido me esforcé en ser la mejor de mi clase. Obtuve un excelente promedio en la institución de estudio y una buena nota en la PAES, 8.21. Lo que perseguía es que no quedara duda que yo merecía esa beca.

 

Sin embargo, cuando solicité la beca, pensé que no me la ganaría. Se decía que le beca pagaba  colegiatura y mi caso era diferente. Yo había iniciado proceso en la Universidad de El Salvador (UES), donde no pagaría nada, porque los estudiantes con el mejor récord de notas de instituciones públicas son exonerados de pagos. Eso me preocupaba, porque aún necesitaba dinero para papelería y viáticos.

 

Platiqué de mi situación con Fernando Medina y Patricia Pastori, de la fundación. Me recomendaron llenar la solicitud y adjuntar una carta explicativa. Y así hice. De repente, a inicios de 2011 me informaron la concesión de la beca. Obviamente me sentí muy, muy feliz.

 

Comencé a estudiar un profesorado en Matemáticas con la idea que conservaría esa beca hasta el final de mi carrera, algo que así fue, gracias a Dios. A lo largo de mi proceso de estudios hubo momentos difíciles en que dudé de poder lograrlo. Cuando me sentía presionada por las exigencias de la universidad, me fortalecía el hecho de contar con una ayuda económica. Era una preocupación menos para mi madre. Además, esto me servía de propulsor, pues siempre me repetía lo mismo cada día: "No puedo obtener notas menores a 7, no puedo perder la beca".

 

La beca y el esfuerzo rindieron frutos. Finalicé mi carrera con uno de los mejores promedios de la facultad. Obtuve un CUM honorífico de 8.71.

 

Egresé y pensé que los beneficios de la beca llegaban hasta allí. Luego me informaron que me iban a ayudar con los gastos de graduación. Sin embargo, por haber egresado con honores de la UES, no iba a pagar derechos de graduación. Le expliqué eso a Fernando Medina y a Patricia Pastori, me dijeron que me podían ayudar con otros gastos, como el vestuario y otros. Me sentí súper feliz. Me sentí doblemente premiada.

 

En 2015, me gradué. Desde entonces he participado en otros proyectos de la fundación. En 2016, empecé a estudiar una licenciatura en Contaduría Pública. Esto gracias a que la señora María del Carmen de Doménech se enteró de mi desempeño como becaria de la fundación. Ella depositó su confianza en mí y me orientó a solicitar una beca con FEPADE. Y gracias a Dios la pude obtener.

 

Ahora, en 2017, he aceptado un trabajo ejerciendo mi profesión. Me siento muy emocionada. Me gusta mucho lo que hago y no voy a dejar de seguir luchando. Ahora estoy trabajando y estudiando, esforzándome por mantener la beca con FEPADE.

 

Dentro de cuatro años, espero poder decir: "Soy una licenciada en Contaduría Pública". Espero poder ejercer la nueva profesión y seguir creciendo, como profesional y como persona.

 

Para finalizar, me gustaría expresar algo que he aprendido con el tiempo: todo aquello que se desea de corazón, se puede lograr. Ningún ser humano ha sido dotado de mayor capacidad que otro. Lo que nos permite alcanzar metas es simplemente el entusiasmo, el esfuerzo y el amor que le ponemos a los retos. Nada es imposible en esta vida si se pone el alma en ello.

 

- Vanessa Turcios -

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